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lunes, 11 de abril de 2011

CÓMO COMPARTIR MI FE SIN DISCUTIR

       CÓMO COMPARTIR MI FE SIN DISCUTIR

CÓMO SUPERAR LOS OBSTÁCULOS

¿Quién de ustedes alguna vez ha querido compartir su fe pero se ha acobardado? Casi todos, ¿verdad? Eso es normal.

¿Por qué se nos hace difícil compartir nuestra fe? La gente suele dar estas respuestas:

-                    No estoy seguro de saber llevar la conversación hacia las Escrituras.
-                    Temo el rechazo.
-                    No sé cómo iniciar una conversación sobre asuntos espirituales.
-                    Me falta confianza en que el Señor hablará a través de mí.
-                    No me puedo imaginar que algunas personas estén siquiera interesadas en oír lo que tengo que decir.

Hoy trataremos sobre como hacerlo, pero primero necesitamos aclarar cual es nuestro papel, determinar cual es la actitud adecuada.

Tenemos que deshacernos de la mentalidad de que "hay que ganárselos". La gente no pone la fe en Cristo porque les "forcemos" inteligentemente a creer. Debemos darnos cuenta de que si nos "ganamos" a alguien para Cristo, probablemente esa persona no es salva, porque solo Dios gana a los perdidos.

También tenemos que creer que el éxito a  los ojos de Dios es compartir nuestra fe y vivir nuestra vida cristiana. El no mide el éxito en base a cuantas personas llevamos a Jesucristo. Nuestro trabajo
 es serle fiel.

Aun así tememos al fracaso y al rechazo. No hay en el mundo un sentimiento mas fuerte que este. Duele.  Pero debemos recordar que es el evangelio lo que la gente rechaza. Es a Jesús a quien rechazan, no a nosotros. Jesús dijo: "Ninguno puede venir a mi, si el Padre que me envió no lo trajere" (Juan 6:44).

"El éxito no es conducir a alguien a Cristo. El éxito es vivir la vida cristiana, compartir el evangelio y confiar a Dios los resultados."

El apóstol Pablo escribió a los creyentes de Corinto: "Y estuve con vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor"  (1 Corintios 2:3). O como dice en otra versión: Cuando me acerqué para enseñarles y anunciarles el mensaje, me sentía poco importante y temblaba de miedo.” (BLS). Pero eso no le detuvo.

Dios comprende que podamos tener miedo o sentirnos poco importantes. Pero no tenemos excusa para no hablarle a otros de Cristo, porque su poder se perfecciona en nuestra debilidad. O como dice en otra versión de 2ª Corintios 12:9: "Mi bondad es todo lo que necesitas, porque cuando eres débil, mi poder se hace más fuerte en ti".

Recordemos a Moisés. Era tartamudo. Moisés no hubiera sido un buen personaje de la televisión hoy. Dios escoge a las cosas débiles del mundo para avergonzar a los sabios y a los fuertes. Y si hay alguien que califica para eso, esos somos tú y yo.

Y por último, si crees que la persona  a quien está considerando hablarle es un caso imposible, tienes que confiar en que Dios es el Dios de lo imposible. Tú y yo tenemos que recordar nuestra parte y la parte de Dios en el proceso de compartir nuestra fe.



NUESTRA PARTE

-         Por tanto,  id y haced discípulos de todas las naciones,  bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que os he mandado.  Y os aseguro que estaré con vosotros siempre,  hasta el fin del mundo.”  Mateo 28:19, 20 (NVI)

-         “Cristo nos envió para que hablemos de su parte, y Dios mismo os ruega que escuchéis nuestro mensaje. Por eso, de parte de Cristo os pedimos: haced las paces con Dios.” 2ª Corintios 5:20 (BLS)

LA PARTE DE DIOS

-         “No con ejército,  ni con fuerza,  sino con mi Espíritu,  ha dicho Jehová de los ejércitos.” Zacarías 4:6 (RV60)

-         “Yo no anuncié el mensaje con palabras de sabiduría que se usan para convencer a la gente; al contrario, fue el Espíritu que con poder demostró que lo que dije es verdad” 1ª Corintios 2:4 (PDT)

-         “Dios mi Padre me envió, así que nadie puede ser mi seguidor si él no lo quiere.” Juan 6:44 (BLS)


¿Cómo puedo compartir mi fe sin discutir?

Me gustaría bosquejar paso por paso un acercamiento sencillo que he utilizado al compartir mi fe con otros. Al seguir éste método he evitado discusiones innecesarias que habrían obstaculizado una completa presentación del evangelio.

Primero hago 5 preguntas para determinar la condición espiritual de la otra persona. En este momento sólo estoy buscando información.

Luego hago que la persona lea varios versículos bíblicos claves y le pregunto qué le dicen a él o a ella. La meta aquí no es predicar, sino dejar que el Espíritu Santo traiga convicción a medida que la persona lee y piensa sobre las verdades de las Escrituras.

El tercer paso es otra serie de 5 preguntas. Éstas resumen los versículos que la persona acaba de leer, y requieren una decisión de recibir a Cristo.

Paso 1 – el acercamiento

Cuando haces preguntas le permites a la gente expresar su punto de vista. A la gente le encanta dar opiniones. Cuando hagas una pregunta, no respondas con tu propia contestación. Tan pronto la persona diga que va a reencarnar o a desinflarse cuando muera, tú querrás apresurarte con una respuesta. Pero no lo hagas.

Estas son las 5 primeras preguntas:

  1. ¿Tiene usted algún tipo de creencia espiritual?

La primera pregunta no es si la gente cree en Dios. A esta pregunta la gente contestaría “¿y a usted qué le importa?” Pero si les preguntas si tienen algún tipo de creencia espiritual, la gente hablará contigo unos cinco minutos. Si simplemente contestan que sí sin explicar nada más, sigue con la próxima pregunta.


  1. Para usted, ¿quién es Jesús?

Cuando haces esta pregunta, normalmente te contestará “que es el Hijo de Dios”, o “el hombre que murió en la cruz”. (Pero si yo fuera a preguntarle a alguno de vosotros quién es Jesús, espero que vuestra respuesta refleje vuestra relación personal con él. Espero que digáis “mi Señor y mi Salvador”.) Por tanto, escucha atentamente la respuesta de la persona.

  1. ¿cree usted que hay un paraíso y un castigo eterno?

La tercera pregunta es segura. Es una pregunta intelectual. Sólo es preguntar qué creen sobre la vida venidera.

  1. Si usted muere ahora mismo, ¿cree que un día resucitará?

Si responde sí, ¿por qué? Cuando empieces a hablar del aspecto personal de la vida de alguien, la persona se pondrá muy seria.

  1. Si lo que usted cree no fuera cierto, ¿le gustaría saberlo?

Ésta pregunta es difícil. Jesús volvió locos a los fariseos y saduceos con preguntas difíciles, por lo tanto yo no me disculpo por hacerlas. ¿Cuáles son las dos posibles respuestas a ésta última pregunta? Sí o no. Si es sí, tú prosigue. Si es no, para. Y te diré lo que va a pasar casi cada vez que  pares. La persona dirá: “Bueno, ¿no va a decirme?” Muy raramente recibirás un no definitivo. Si te dicen no, recuerda, no es tu problema, sino el de Dios.

 Puedes variar el acercamiento de muchas maneras. Permíteme darte dos ejemplos.

Un ejemplo:

Ejemplo.- Podrías decir: “¿Sabes?, con las actuales tensiones mundiales y las guerras que hay, ¿piensas en todos esos soldados que pueden morir? ¿Alguna vez te preguntaste lo que le puede pasar a la gente cuando muere¿ Por curiosidad, ¿y tú? Si murieras ahora mismo, ¿a dónde irías?”.

Cuando vayas a algún lugar a compartir tu fe con alguien, no lleves la Biblia que llevas a la iglesia. Si alguien se acerca a otra persona con una Biblia grande, lo más seguro es que esa persona le esquive, le ponga excusas o le trate mal. No hagas eso.

Consíguete una Biblia de bolsillo o un Nuevo Testamento de bolsillo, si es posible, con alguna traducción sencilla de entender, como las versiones Palabra de Dios para Todos, La Biblia en Lenguaje Sencillo, Biblia al Días, etc. Cada día que pones esa Biblia en tu bolsillo o en tu bolso, estás diciendo: “Señor, estoy listo”.



Paso 2 – la biblia

Dios usa las Escrituras para cambiar las vidas de las personas. El próximo paso para compartir su fe sin discutir está basado en dos principios. El primero está en Romanos 10:17: “La fe viene por el oír”. Oír es la clave. El segundo principio está en Lucas 10:26, el cual parafraseo a continuación: “¿Qué te dice esto a ti?”. El Espíritu Santo hará la obra de persuadir y convencer de pecado. Tú sólo vas a observar a Dios hacer algo.


1.    Romanos 3:23 Todos hemos pecado, y por eso estamos lejos de Dios.

Cuando compartas tu fe coge la Biblia y ponla frente a la otra persona – sobre la mesa o sobre sus piernas. Señala Romanos 3:23 y pídele que lo lea en voz alta. Entonces pregunta: “¿Qué te dice esto a ti?” Cuando lo haces de esta manera, la persona no te puede decir: “Esa es sólo tu interpretación”. La persona lo leerá y te dirá lo que dice. Cuando haces eso, la otra persona será la que habla, el Espíritu Santo dará la convicción de pecado, y nadie puede empezar una discusión contigo sobre la interpretación.

Después que lo lea y te diga lo que dice, si ves que la persona necesita mayor aclaración repasa los 10 Mandamientos, simplemente dile: “¿Alguna vez has matado a alguien?” Lo más seguro es que diga que no. Luego dile: “Bueno, ¿alguna vez has odiado a alguien o te has enojado?” Seguramente se pondrá un poco a la defensiva y dirá: Sí. Dile: “Por supuesto que sí”. Entonces dile: “¿Sabías que Dios dice que el enojo es igual que el asesinato?” En ese momento habrá silencio, porque de pronto la persona se da cuenta de que según las normas de santidad de Dios, él o ella es un desastre.

2.- Romanos 6:23 El pecado da como pago la muerte, pero Dios da como regalo la vida eterna en unión con nuestro Señor Jesucristo.” (PDT)

Pídele a la persona que lea el versículo y pregúntale: “¿Qué dice?”. Él o ella le dirá que dice que por un pecado morimos.

Éste versículo puede devastar la religión de una persona y sus sentimientos de que está bien delante de Dios. En Romanos 6:23 subraya o haz un círculo alrededor de la palabra pecado. Luego subraya la palabra muerte. En letras grandes cerca de ella, escribe la palabra infierno. Luego haz un círculo alrededor de la palabra en. (Haz esto en tu Biblia antes de hablar con alguien).

Luego que la persona ha leído el versículo puedes decir: “¿Notaste que en mi Biblia he subrayado la palabra pecado?” (Señala la palabra). La persona te dirá: Sí. Entonces dile, mientras señalas la palabra: “Esto me recuerda que no hay una s al final de la palabra. Dios dice que por un pecado me enviará al infierno”. Te señalas a ti mismo, pero la otra persona entiende la idea.

Ahora supón que la persona a quien estás hablando asiste a una iglesia. Dile: “¿Notaste que hice un círculo alrededor de la palabra en? Esto me recuerda que debo estar en una relación con Jesucristo, no en una religión”. Con éste versículo le has mostrado amablemente que no tiene esperanza. Y lo has hecho gentilmente.

3.- Juan 3:3 Te aseguro que si una persona no nace de nuevo no podrá ver el reino de Dios.” (BLS)


Como recordatorio para ti mismo, al margen de tu Biblia al lado de Juan 3:3, dibuja una cruz como la cruz de Cristo, y al lado de la misma escribe la pregunta: “¿Por qué vino a morir Jesús?”.

La manera de llegar a éste versículo  es volverse a la persona y decir: “Yo sé de alguien como tú que fue a Jesús y le preguntó cómo llegar al cielo. Se trataba de un hombre religioso, pero él sabía que ir a la iglesia no era todo. Quiero que leas en voz alta lo que Jesús le dijo.” Y la persona leerá: “El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. No le pregunte lo que significa para él o ella. No lo sabrá. Entonces puedes decir: “Probablemente te estés preguntando a qué se refería Jesús. Nicodemo pensaba que se refería a volver al vientre de su madre. Pero no, Jesús hablaba de un nacimiento espiritual”.

Ahora es el momento de hacer una pregunta.
 (Sacar un bolígrafo y haga una señal de la cruz con su dedo cruzándolo con el bolígrafo)

Luego pregunta: “¿Por qué vino a morir Jesús?” El 50% no lo sabrá. La persona puede decir diferentes cosas. Después pregúntale: “¿Por qué?” Luego quizás diga: “Jesús vino a morir por el pecado”. Diga: “Correcto. La paga del pecado es muerte. Acabas de leer eso en Romanos 6:23”. Entonces diga: “Jesús fue crucificado y cargó sobre si mismo todos tus pecados, y mis pecados, y los pecados del mundo entero. Cuando él murió en esa cruz, murió por mí, por mi perdón. Ese perdón es un regalo de Dios”.

Luego toma el boli en la mano, sostenlo y di: “Si quieres este bolígrafo, ¿qué tienes que hacer para obtenerlo?” Después de que contesten diferentes cosas, decir: “No, es un regalo”.

No le des la respuesta. Al final, la persona dirá: “Sólo tengo que tomarlo”.

Cuando lo tomen, es ahí cuando puedes decir: “Mira, eso mismo es lo que tienes que hacer con el regalo de Dios para ti. No es tu regalo hasta que lo aceptas por ti mismo”.

4.- Juan 14:6 “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; sin mí, nadie puede llegar a Dios el Padre”. (BLS)

Pídele que le lea en voz alta y pregúntale lo que dice. La persona dirá que no hay otro camino para ir al cielo excepto a través de Jesús.

Podríamos preguntarle: “¿Ves alguna otra manera de ir al cielo excepto a través de Jesús?”

5.- Romanos 10:9-11 Pues si reconocéis con vuestra propia boca que Jesús es el Señor, y si creéis de corazón que Dios lo resucitó, entonces os libraréis del castigo que merecéis.
 Pues si creemos de todo corazón, seremos aceptados por Dios; y si con nuestra boca reconocemos que Jesús es el Señor, Dios nos salvará.
La Biblia dice: "Dios no deja en vergüenza a los que confían en él". (BLS)


Una de las cosas más difíciles de creer para la gente es que pueden ser perdonados. Después de hacerle leer a la persona Romanos 10:9-11, pregúntale si la frase si reconocéis con vuestra propia boca que Jesús es el Señor, y si creéis de corazón que Dios lo resucitó, entonces os libraréis del castigo que merecéisincluye asesinos, violadores, drogadictos, etc. Pregunta eso, porque si la persona cree que Dios perdonará a un asesino, creerá que Dios le perdonará a él o ella por sus pecados. Es un asunto clave.

6.- Apocalipsis 3:20 Yo estoy a tu puerta, y llamo; si oyes mi voz y me abres, entraré en tu casa y cenaré contigo.” (BLS)


Haz lo mismo que con los otros versículos y después pregunta: “¿Qué te dice a ti?” La persona dirá que cuando abrimos la puerta de nuestras vidas a Jesús, él entrará.

Con éste versículo tú pretendes lograr que la persona se dé cuenta de que Jesús está ansioso por entrar en nuestras vidas. Ahora ya estás listo para dar el paso final.

Paso 3 el cierre

Esta es la parte que muchos más tememos – el llamamiento a una decisión. He aquí cómo hacerlo.

1.    ¿Eres pecador?

Esta pregunta le lleva de nuevo a Romanos 3:23, en donde vio que “todos” le incluía a él o ella.


2.    ¿Quieres el perdón de tus pecados?

Romanos 6:23 dice que el perdón es un regalo de Jesucristo. Para tener ese regalo debemos aceptarlo.


3.    ¿Crees que Jesús murió en la cruz por ti y que resucitó de nuevo?

En Juan 3, Cristo explicó que moriría por nuestros pecados, y que debemos poner nuestra confianza en él para nacer de nuevo.


4.    ¿Estás dispuesto a rendirte a Cristo?

Juan 14:6 dice que la única manera de estar bien con Dios es a través de Jesús.


5.    ¿Estás listo para invitar a Jesús a tu corazón y a tu vida?

Romanos 10:9-10 declara que somos salvos cuando aceptamos personalmente la verdad sobre Jesús y cuando ponemos nuestra confianza en él.

Cuando hagas esta pregunta final, permanece en silencio – y ora en silencio por la persona. El Espíritu Santo está obrando en él o ella. 30 segundos de silencio serán como 20 minutos para la persona. Este es el momento en que alguien está tomando una decisión sobre si quiere o no seguir a Cristo o a Satanás. Por tanto, siempre ora mentalmente tanto como puedas mientras esperas en silencio la respuesta.


Un reto personal

Estamos rodeados de gente que está espiritualmente muerta. La gente que no ha nacido de nuevo, y que no tiene una relación personal con Jesucristo está en nuestro lugar de trabajo, nuestra casa, etc.

Veo iglesias con todas sus actividades y programas que aparentemente tienen poco o nada que ver con llevar a alguien al conocimiento de Cristo. Creo que hay que hacerle algunas preguntas difíciles a la iglesia de hoy.



“¿Cuántos de nosotros hemos sido el medio por el cual alguien llegó a conocer a Jesucristo?”

Temo por todos nosotros que cuando comparezcamos delante de Dios seremos humillados hasta el polvo porque hemos fallado de una manera tan lamentable al tratar de cumplir la Gran Comisión.

Parece que hemos olvidado nuestra misión, y que Dios ha provisto todo lo que necesitamos para cumplirla. El poder de la resurrección de Cristo, el poder que le levantó de los muertos, vive en nosotros. Con esa clase de poder, ¿qué excusa vamos a darle a Dios para no compartir nuestra fe?

De cada 100 conversiones, solo 15 llegan a conocer a Cristo por medio de un culto evangelístico. 85% vienen a conocer a Cristo a través del testimonio personal. Así de importante es que le hablemos a otros de Cristo.

Si nunca has abierto tu boca, eres culpable del pecado de silencio. Quizás piensas que no producirás una gran diferencia, pero sí lo harás.

Hay una tendencia en los cristianos de hoy de esperar que alguien evangelice. Tenemos las clásicas excusas: “Estoy ocupado”, “ese es trabajo del pastor”, “no tengo don de evangelismo”. Encontramos excusa, tras excusa, tras excusa…

Negamos a Jesús por medio de nuestras excusas y de nuestro silencio.

Quiero hacer una pregunta muy difícil. Durante éste último año, ¿has tomado la Biblia y ojeado las páginas de la Escritura con alguien que no es salvo, para mostrarle cómo convertirse en un cristiano nacido de nuevo? Nunca he estado en ninguna iglesia donde más del 10% de la congregación haya indicado haber compartido su fe en el último año. ¡Que Dios nos perdone!

Esto es un asunto muy serio. Una persona que no ha nacido de nuevo y que no tiene una relación personal con Cristo va camino al infierno.


“Hay urgencia de compartir nuestra fe. Y todavía algunos de nosotros permanecemos en silencio.”

Sólo queda una cosa, y es si iremos o no a compartir nuestra fe con los perdidos. La pregunta es, ¿seremos tú y yo diferentes? ¿Estaremos dispuestos a escuchar la voz y a correr un riesgo y a hablar para rescatar a los demás?

Si tu respuesta es sí, ora de la siguiente forma ahora mismo:

Dios, hazme un siervo dispuesto. Me he equivocado al guardar silencio. Cada día, cada momento, intentaré compartirte con otros. Amén.

Recuerda: El éxito no es conducir a alguien a Cristo. El éxito es llevar a la práctica tu vida cristiana, compartir el evangelio y confiar a Dios los resultados.

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